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La logoterapia, o cómo tener un sentido puede salvarte la vida.

  • Diego Martinez
  • 15 jul 2022
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 9 jul



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La luz en un campo de concentración


En el año 1942, durante la Alemania nazi, luego de ser violentamente separado de su esposa, llega al campo de concentración de Auschwitz un hombre que, a simple vista, podría haber parecido un hombre como cualquier otro. Sin embargo, el que llamarían prisionero número 119.104, tenía algo en particular. Psiquiatra y neurólogo de profesión, Viktor Frankl, miraba lo que sucedía a su alrededor bajo una óptica diferente (vale precisar que, en el campo, él era un prisionero más, los nazis no lo tenían ahí como profesional de la salud). Documentó, como pudo, lo que sucedía con la psicología de las personas que lo rodeaban. Durante su estadía, una cosa en particular saltó a sus ojos: no era la crueldad o la apatía lo que terminaban por despojar de toda esperanza las personas que estaban en el campo, sino que era la falta de sentido.


Despojados de sus objetos personales, de sus familias, de su libertad de movimiento, las personas quedaban, como lo dirá Viktor Frankl, con su existencia desnuda. Sin embargo, incluso sin nada, había algunos (él incluido) que lograban perseverar, resistir las humillaciones, los golpes, la crueldad y el frio del invierno. Esto último, llamó profundamente la atención del psiquiatra quién notó que, aquellos que perseveraban, que no se daban por vencidos, tenían algo en común: un sentido, una motivación que alimentaba la esperanza. En el caso de Viktor, su motivación era rencontrar su esposa, guardando la esperanza de que ella aun estuviera viva.


Luego de su estadía en el campo de concentración de Auschwitz, Viktor Frankl llegó a la conclusión de que el “sentido” de la existencia humana, es tan o más importante que la existencia misma. Basándose en sus observaciones, construyó la logoterapia, método de psicoterapia que afirma que lo más importante para los pacientes acompañados, es encontrar el sentido de su existencia. Tener una motivación, es el combustible mas poderoso que el ser humano pueda obtener, es bálsamo para las heridas y escudo contra las adversidades de la vida.


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En búsqueda de sentido: la luz al final del camino.


Quizás estas pasando por un momento difícil hoy, quizás, piensas que ya no hay luz al final del túnel. Pero déjame afirmarte que, siempre hay luz al final del túnel. Lo importante, es fijar tus ojos sobre ella y no mirar a los lados, ni mucho menos atrás. Quizás te estarás diciendo que digo esto desde la comodidad de mi escritorio, sin embargo, escribo esto al mismo tiempo que vivo un divorcio, un despido injusto y una profunda depresión. Cuando digo que hay luz al final del túnel, no lo digo porque mi vida este llena de luz, sino porque, incluso con los ojos nublados por las lágrimas, levanto los ojos y avanzo hacia ella. Para mí, la luz son mi hijo (y el que esta por venir). Mi luz es querer, algún día, dar a mi padres y abuelos, aquello que nunca tuvieron.


¿Piensas que tú no tienes luz al final del túnel? Lo sé, es una tentación que viene a menudo a nuestras cabezas. Pero cuando ella te invada, cierra los ojos y piensa en aquello por lo que quieres luchar. Una mejor versión de ti mismo, un ser amado, un proyecto, un destino… da igual, una vez que lo veas, guárdalo y no lo pierdas de vista. Cuando la obscuridad te visite otra vez, vuelve a cerrar los ojos y vuelve a evocar esa luz.

En la obscuridad, no estas solo, somos muchos. Sin embargo, piensa que, algún día, volverás a ser luz y, como nosotros hacemos con la historia de Viktor, quizás alguien lo hará con la tuya y serás inspiración para otros que pasen por el valle de las lágrimas. La luz está ahí, te lo prometo, búscala.


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