Nuestra debilidad es nuestra fortaleza
- Diego Martinez
- 27 may 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 2 abr 2023

La caña pensante
Blaise PASCAL, el filósofo francés, decía que el hombre era una “caña pensante”, es decir, una criatura frágil a merced de la naturaleza y a los fenómenos que lo rodean. No necesita que todas las fuerzas del mundo se pongan en su contra para que se quiebre, solo un viento fuerte o un animal descuidado son necesarios para romperlo. Sin embargo, la segunda parte de la sentencia es igual o mas importante, no somos cualquier caña, somos una con pensamiento, consciencia y sueños. Esa es nuestra fortaleza.
La naturaleza humana es realmente paradójica, somos un animal sin grandes capacidades físicas, sin garras, ni dientes afilados, super fuerza o visión nocturna. Suelta un hombre desnudo en la selva y, al menos que sea un militar de elite entrenado en métodos de supervivencia, lo mas seguro es que no durara más que algunos días (con suerte). Sin embargo, es este animal débil, sin garras ni enormes colmillos, quien conquistó y dominó el mundo entero. Somos nosotros los que vemos las estrellas y hacemos todo lo que esta en nuestras manos para intentar tocarlas. El más débil de todos los animales salvajes, se convirtió en amo y señor del mundo (para bien o para mal). Y no es que no hayamos afrontado dificultades para lograrlo: hambrunas, guerras, pandemias, tiranos locos y un largo etc. Están en la lista de las cosas que estuvieron a punto de aniquilar la humanidad. ¿Entonces, cómo lo logramos? Lo logramos con una de las capacidades mas poderosas de la mente humana: la resiliencia.
La resiliencia o la capacidad de ponerse de pie
En primer término, la resiliencia es un atributo de la materia, es la capacidad que tienen los objetos de recuperar la forma que tenian antes de sufrir algún cambio o traumatismo. Cuando doblamos una caña de bambú y esta vuelve a su posición, decimos que tiene una gran resiliencia.
La psicología tomó este concepto propio de la física, para describir la capacidad humana de sobrellevar las dificultades, el estrés y todo un cuanto hay que pueda intentar tirarnos al piso. El ser humano ha mostrado ser una de las criaturas mas resilientes del planeta, adaptándose, cambiando o volviendo sobre sus pasos cuando ha sido necesario. El ser humano ha caído varias veces, pero se ha vuelto a poner de pie, sin excepción (la prueba de eso es que tu estas aquí, leyendo este texto). Esta magnifica capacidad de ponerse de pie, una y otra vez, no pertenece a un grupo especial de personas, es un atributo universal a la raza humana. Quizás, en este momento, te estás diciendo que tú debes ser una excepción, que tú no logras ponerte de pie. La verdad es que la resiliencia esta en ti, solo debes fortalecerla.
Consejos para desarrollar la resiliencia hay por miles en internet, no vamos a detenernos en eso aquí. Terminaremos, sin embargo, con una pequeña historia que leí cuando era pequeño, aun a mi temprana edad me marcó mucho. Una historia que nos cuenta el cómo las dificultades están ahí, para sacar lo mejor de nosotros mismos.
El origen de las perlas
Un día, un profesor encontró a un alumno acongojado, las dificultades lo sobrepasaban. Entonces, decidió contarle cuál era el origen de las perlas:
- ¿Sabes? – le dijo- las perlas son unos de los objetos más bellos de la naturaleza, pero, paradójicamente, son fruto del dolor, de la herida causada en su interior por la entrada de una sustancia extraña. Sólo hace falta que un diminuto grano de arena se introduzca en la concha para que las células del nácar que recubre las ostras por dentro comiencen a hacer su lento trabajo cubriendo, capa tras capa, el cuerpo invasor para proteger la parte indefensa de la ostra. El resultado de esa "herida cicatrizada" será la perla.
-A los humanos nos sucede algo muy parecido- Continuó el profesor ante la cara de extrañeza de su alumno. -Hay gente que puede decirnos palabras ofensivas. En otras ocasiones, nos acusarán de haber dicho cosas que jamás salieron de nuestra boca. Incluso podemos ser objeto de otra forma de rechazo, la indiferencia o cualquier dificultad que nos presente la vida. Todo eso son heridas que nos producirán mucho dolor.
- ¿Y qué debemos hacer nosotros para protegernos? - Le preguntó el muchacho. A lo que el sabio maestro respondió:
-Lo que debes hacer es fabricar tu propia perla. Cubriendo cada una de tus heridas de amor, perdonando y comprendiendo, transformarás ese dolor en algo muy valioso.



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